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El veganismo, más que una dieta

  • Isabel Bereño, Alba González
  • 1 jun 2018
  • 11 Min. de lectura

El veganismo no es únicamente una dieta o una moda, es un estilo de vida y una ideología. La voluntad de proteger a aquellos seres que, igual que nosotros, pueden sentir dolor: los animales. El reportaje pretende dar voz a todos los pilares que existen tras esta ideología, desde la nutrición hasta la vestimenta, que reforman casi por completo las formas de consumo y evitan una industria que, en su mayoría, explota y maltrata a otros seres.


Aunque puede parecer que la dieta vegana es muy actual debido al boom que reflejan las redes sociales, lleva con nosotros más tiempo del que realmente pensamos. Y es que debemos remontarnos al año 1944 en Gran Bretaña, concretamente en Leicester, Inglaterra, para buscar su origen. Nació de la mano de Donald Watson a través de la Vegan Society, y estás en lo cierto si piensas que en los últimos años este estilo de vida ha aumentado. De hecho, resulta muy difícil, por no decir prácticamente imposible, no conocer a una persona que lo profese. Por eso, es probable que tras el incipiente auge del veganismo, te hayas planteado, o al menos cuestionado, seguir estos hábitos, libres de cualquier tipo de explotación animal. Sin embargo, en una sociedad tan globalizada como la actual en la que obtenemos información casi sin quererlo, ¿cómo podemos iniciarnos en este modo de vida? ¿Qué tipo de personas pueden ayudarnos? Y ¿qué opciones comprende el veganismo?


¿Por qué veganismo?


En primer lugar, necesitaremos entender qué es lo que impulsa a una persona a hacerse vegana. En estos últimos años con el aumento de información sobre este tipo de dietas, se las ha visto como una moda o una tendencia en auge, relacionada con la salud y la buena alimentación. Pero aunque estos factores pueden ser importantes para seguir un tipo adecuado de nutrición, el veganismo va más allá.


Se trata de una forma de vida diferente, con un objetivo muy claro: anular por completo el consumo de productos animales de la vida diaria, ya sean alimentos, ropa, cosmética… Esto surge de la concienciación de que los animales son iguales a las personas en muchos aspectos, principalmente en la capacidad de sentir dolor tanto físico como psicológico.


Por lo tanto, el principal fundamento del veganismo es una ideología igualitaria entre todos los seres vivos, contraria a la prevalencia actual de lo que se ha nombrado especismo, la creencia de que el ser humano es superior a las demás especies, algo que conlleva el abuso y la explotación de estas para el beneficio propio, sin tener en consideración el daño que se les pueda generar. Esta visión que el ser humano, en su mayoría, comparte actualmente permite el maltrato y la tortura animal como medios para conseguir los productos que el veganismo rechaza.


En el documental “Earthlings” se muestra con imágenes explícitas el maltrato hacia los animales en sus diferentes vertientes: las mascotas, la producción alimentaria, la producción de ropa y los experimentos en animales. Así, se intenta dar visibilidad a las prácticas que en el mundo entero se llevan a cabo para poder hacer frente al gran consumo de la sociedad capitalista y a la forma en la que se articula toda esta producción en granjas y mataderos, donde los animales sufren auténticas barbaries. La crueldad es tal que en el documental se llega a comparar con los métodos utilizados por los nazis en los campos de concentración durante el holocausto.


“Si las personas tuviéramos que matar a los animales para comer, la mayoría seríamos veganos”


Todo esto se produce debido a las grandes oportunidades de comercio que ofrecen esas industrias y al consumo masivo que realizamos actualmente de los productos de origen animal; sin tener conciencia de la procedencia de estos artículos y muchas veces sin pensar en las consecuencias que genera tanto en la propia salud, como en los animales o en el medio ambiente.

Según datos del estudio Meat Price Index (índice de precios de la carne) la media de consumo de carne de los españoles es de 97Kg al año: muy por encima del consumo recomendado. Así, nos convertimos en el segundo país de la Unión Europea que más carne consume y el quinto en todo el mundo. Los inconvenientes no se quedan ahí, esta industria también daña el medio ambiente; según Greenpeace el 14% de los gases que producen el efecto invernadero son generados por la ganadería.


Como vemos, el consumo excesivo de productos de origen animal supone un grave problema a día de hoy al que el veganismo intenta hacer frente y erradicar. Como dice el documental: “si las personas tuviéramos que matar a los animales para comer, la mayoría seríamos veganos”.


¿Cómo afecta a la alimentación?


La primera asociación que hacemos con el veganismo es el tipo de alimentación. “La dieta vegana no es saludable”. “Nuestro instinto es el de ser omnívoros”. “La mayoría de veganos se han convertido a ello por problemas de salud”. Sentencias que corren por las redes sociales, Internet o incluso por medios de comunicación. ¿Su credibilidad? En manos de nutricionistas.


“Hay mucha información en redes sociales, sin embargo no todos somos iguales, por eso no todos los cuerpos pueden recibir las mismas pautas. Sin duda, cualquier cambio que quieras hacer con tu alimentación debería ser asesorado por un dietista, el especializado en ello.” Con cambios o sin cambios hay que acudir a un especialista alguna vez en la vida para reeducarnos. Adriana Oroz, graduada en nutrición humana y dietética y especialista en nutrición en la actividad física y el deporte, nos habla sobre ello y desvela la importancia de su figura en el cuadro médico de una persona.


De la misma manera que una maestra enseña a los niños a leer y escribir, hay que aprender a alimentarse, hay que ser educado porque somos lo que comemos, y las enfermedades más comunes provienen de una mala alimentación.


Una alimentación saludable no depende del nombre que se le otorgue, sino de su práctica equilibrada. Vegana, vegetariana, flexitariana, omnívora. Una dieta bien practicada es igual de saludable que cualquier otra.


El talón de Aquiles del veganismo en cuanto a alimentación es la proteína B-12, la única proteína animal que no puede ser sustituida por otra vegetal. Oroz cuenta que diariamente hay que consumir de 1 a 1,1 gramos de proteína en función de las necesidades de cada persona. El principal grupo de alimentos de origen vegetal que la aportan son las legumbres, sus derivados, como el tofu o la soja texturizada, los pseudocereales, quínoa o cuscús, los cereales y los derivados de la harina de trigo, como el seitán. Frutos secos, semillas o bebidas vegetales complementan esa ingesta diaria necesaria. Pero seguimos sin B-12. La nutricionista aconseja hacer una primera analítica para conocer los niveles de esa proteína y en función de ellos establecer una suplementación semanal. Sin toxicidades. Sin riesgos.


“Una mala práctica de esta alimentación confluirá a un déficit de micronutrientes, vitaminas y minerales, o macronutrientes, proteínas e hidratos de carbono”


Una mala práctica de esta alimentación, conducida fácilmente por la ignorancia o el desconocimiento, confluirá a un déficit de micronutrientes, como vitaminas y minerales, o macronutrientes, como proteínas e hidratos de carbono. A la larga, aparecerán síntomas como el cansancio, la falta de energía... y, si el problema prosigue, puede desembocar en una anemia. E incluso sería lo de menos. El camino hacia los problemas de salud será más rápido que el de cualquier otra dieta, pero hay que subrayar que toda dieta desequilibrada conduce a problemas trascendentales.

“Entre las motivaciones de los pacientes veganos triunfa la creencia por encima de la salud”. La principal diferencia la encontramos entre los que necesitan una nueva dieta por recomendación médica y los que la buscan por iniciativa propia. La ética, la moral y el animalismo son los principales motivos por los que una persona se convierte al veganismo. El contexto puede convertirse en un obstáculo, la accesibilidad de algunos alimentos o el entorno ignorante de las innovaciones alimentarias y de todas sus ventajas e inconvenientes. Aun así, el camino se agiliza cuando existe una convicción tras una decisión.


El perfil de los veganos que acuden a Adriana Oroz / Alba González


La actuación de las asociaciones


La información en cuanto a salud se refiere es fundamental para conocer las afectaciones que el cuerpo puede padecer como consecuencia de un cambio repentino en la dieta. No obstante, también es importante simpatizar con la ideología que el veganismo promueve, si lo que se quiere es ser un adepto. Según Gloria Moreno, de la Asociación Almas Veganas, el veganismo “es la posición ética que rechaza la esclavitud animal”. Es una lucha, pero tambié​​n un estilo de vida, ya que supone un cambio en la mentalidad de la persona, donde prima el interés de los animales.

Desde esta Asociación se pretende crear un santuario ​​para animales. La importancia de este lugar, a nivel global, es poder ofrecerles una vida digna tras ser rescatados de esa esclavitud. Valores como la igualdad entre especies o el respeto y amor hacia cualquier forma de vida sintiente caracterizan el veganismo. También educar, sensibilizar y remover conciencias. (Derecha: Logo de Almas Veganas /almasveganas.org).

Las personas que todavía no conozcan este creciente estilo de vida, también pueden aportar su granito de arena por la causa, pues basta, según Gloria, con no ser sensocentrista, es decir, no creerse superior a los demás seres que pueblan el planeta. Una vez se tenga esa idea clara “dejas de esclavizar al resto de especies”. Probablemente, este sea uno de los puntos clave que se sitúan en el inicio de esta ideología.

Mantenerse informado y recibir ayuda es básico para que la persona pueda reafirmarse en la decisión que ha tomado, y las asociaciones, pueden ser una buena opción para ello.


El problema no acaba con la alimentación


Algo tiene que quedar claro: el veganismo es un estilo de vida que consiste en el rechazo a consumir productos de origen animal y, pese al pensamiento colectivo general, no se termina en la alimentación. La RAE define el veganismo como aquella actitud consistente en rechazar alimentos o artículos de consumo de origen animal; lo que significa que no acepta artículos cuyo proceso de fabricación haya implicado la muerte o daño a un animal y se incluyen, por lo tanto, moda, calzado, productos de belleza e incluso de limpieza del hogar.


“Lo primero fue la alimentación y los otros temas han ido siendo progresivos: primero la ropa, después el maquillaje…”. Mireia Playà estudió diseño y creó junto a su padre una marca de calzado homónima, además de vegana. Buscaban una evolución de la empresa familiar a través de una segunda generación, que, al no consumir carne, no veía lógico trabajar con pieles. “¿Cómo pueden ser tan caros, si son de plástico?”, decían las clientas en sus inicios. Los zapatos de Mireia no contienen ningún material proveniente de un animal: ni las telas, ni las plataformas o las colas (que suelen llevar espinas de pescado); sino que están fabricados con tejidos de poliéster, algodón, microfibras, rafias o neoprenos, son transpirables, antimicrobianos y no llevan químicos, pero “no son de plástico”.


El calzado ofrece las mismas prestaciones que un zapato de piel sin haber matado a ningún animal para ponerse algo en los pies.

Playà afirma que es más difícil diseñar calzado vegano, porque hay menos materiales, se tienen que tratar de manera diferente y antes se tienen que probar, pero la producción es bastante similar a la de un zapato normal: una cadena de montaje que combina trabajo manual con maquinaria.


La marca es relativamente nueva, llevan dos años en el mercado y funcionan principalmente a través de la web. Venden unos cuatro mil zapatos al año y no todas sus clientas son veganas, sus zapatos ofrecen las mismas prestaciones que un zapato de piel, de calidad, con un diseño detrás y tienen un valor añadido: “no he matado a ningún animal para ponerme algo en los pies”.


Además, Mireia Playà, como viene siendo común en el mundo vegano, está muy comprometida con la sostenibilidad y sus zapatos se fabrican en Alicante, una zona de tradición zapatera, que permite reducir el CO2 generado por el transporte y asegurar a sus trabajadores condiciones óptimas. Una ética similar a la de Suara Store, una tienda de ropa de algodón orgánico diseñada y estampada en Barcelona y recomendada por los foros veganos de internet. ¿La divergencia? Aquí están convencidos de que “el concepto vegano en textil es marketing para el público que desconoce de qué están hechas las prendas que viste”, porque “es absurdo” llamar vegano a algo elaborado 100% con algodón orgánico o mezcla.


También existen alternativas para que las personas veganas puedan utilizar maquillaje y tratamientos de belleza, como Végere, un centro de estética donde se aboga el respeto por los animales y la naturaleza con productos y materiales libres de explotación; la marca de cosmética vegetariana Lush, que ofrece un 80% de productos aptos para veganos o la marca Rituals, que asegura que ninguno de sus productos ha maltratado animales.


El valor de una voz curtida


Como hemos visto, cambiar drásticamente la alimentación puede ser un proceso complejo y arduo, repleto de dudas e incertidumbres. Es por eso que hablar con una persona que haya vivido la misma situación puede servir de gran ayuda, y su experiencia será, sin lugar a dudas, un punto de apoyo muy necesario.


Un ejemplo de ello es Raquel Passola. Apasionada por el veganismo desde hace cerca de 8 años, su firmeza ética en este ámbito la ha llevado incluso a abrir una tienda de ropa vegana.

Aunque asegura que sufrió un proceso de evolución personal que la llevó a replantearse ciertos aspectos de su día a día, Raquel siempre ha sentido cierta empatía por los animales. Afirma que nunca ha sido plenamente simpatizante de la normalización extendida en la sociedad de tener que consumir carne y, ya siendo una niña, su ingesta no era muy frecuente, aunque “como todos, he tenido que comer carne cuando me lo han dicho”. La nutricionista Oroz nos aseguraba que la juventud es la franja que más se interesa por los nuevos tipos de alimentación, incluso un niño puede practicar la dieta vegana. Pero ella plantea otras opciones para los infantes, como ir introduciendo en su dieta los alimentos de manera progresiva, que tengan la oportunidad de probar y en un futuro decidan con cuál de ellos se quedan.

Raquel Passola explicando su experiencia personal /Alba González

Para Raquel Passola el veganismo es un estilo de vida, pues ya no solo la alimentación, sino la mayoría de cosas que nos rodean, contienen elementos animales.

Antes de tomar esta decisión, junto con su pensamiento ético, que fue el principal motivo que la encaminó a cambiar por completo su vida, Raquel llevó a cabo un amplio proceso de información y contrastación, pues hace apenas 10 años Internet no ofrecía tantas posibilidades de búsqueda y, poder entender el veganismo, suponía una tarea más compleja. Documentales como “Earthlings” también resultaron esenciales a la hora de formar su propia opinión en este ámbito. Todos estos elementos configuraron la base de su nuevo estilo de vida. Sí, estilo de vida, ya que para ella el veganismo no puede entenderse de otra manera, pues ya no solo la alimentación, sino la mayoría de cosas que nos rodean, contienen elementos animales.

Vídeo explicativo de la experiencia de Raquel Passola / Alba González



Tras empezar a profesar el veganismo, Passola asegura que no hay una vinculación directa con llevar una vida saludable. Ella se sentía mejor, pero sobre todo porque estaba siguiendo sus convicciones éticas y no tanto por una cuestión de salud. De hecho, insiste en la idea de desligar el tópico veganismo con vida sana, ya que “se puede ser vegano e hincharte a patatas fritas”.


Por lo que al cambio en sus rutinas se refiere, no supuso ningún sacrificio abandonar ciertos productos como los dulces o el atún, que le encantaban, porque se trata de una coherencia contigo mismo y una vez tu entorno lo acepta, has de intentar hacerte el proceso lo más fácil posible. Admite que lo que más le ha sorprendido del cambio es cómo las cosas de tu alrededor dejan de ser determinantes cuando lo que haces es por razones éticas.



Así pues, ser vegano es un estilo de vida que rompe con el maltrato, la crueldad y la explotación animal y que no queda únicamente relegado al ámbito de la alimentación, sino que se encuentra en prácticamente todo lo que nos rodea. No se trata de una moda pasajera -quien lo entienda así está equivocado- sino que va con tu forma de entender el mundo. Depende únicamente de la propia persona y de la exigencia con la que decida llevar esta filosofía. Ya lo dice Playà: “los límites te los pones tú. Hay muchas maneras de ser vegano y cada cual lo lleva hasta donde le apetece”. Es necesario documentarse para romper con muchos de los mitos que suelen ir de la mano de lo desconocido. Quizás nunca te lo habías planteado, quizás tus convicciones se alinean estrechamente con las que promueve el veganismo y, quién sabe, quizás seas el próximo en abrir una tienda de ropa vegana en Barcelona.

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